Venezuela


Han sido días muy duros los que hemos vivido todos los que amamos a Venezuela. Tanto para los que allí sobreviven, como para los que decidimos hacer vida en otras tierras. Nuestro país se hunde en la pobreza. Los venezolanos mueren de hambre, o por falta de medicamentos y atención médica digna.

Pero además, el usurpador Nicolás Maduro y su mafia tienen años acabando con cualquier indicio de oposición, violando abiertamente y sin escrúpulos los derechos humanos más elementales de los venezolanos.

Para el proyecto Formas de Amar incluí la modificación digital de una imagen de la bandera de Venezuela. Mi país es uno de mis amores. Sin embargo, es como si hubiese perdido el color. Venezuela ya no brilla. No es el país en el que crecí. Aquella idea, aquella nostalgia, ya no está.

El apagón eléctrico (y sus consecuencias) sufrido durante varios días en casi todo el país fue, de algún modo, la gota que derramó el vaso de la miseria. Es una crisis humanitaria compleja, una debacle, una tragedia. Utilice usted el término que quiera. Es sintomático que en mis redes hayan personas hablando del fin de los tiempos, el apocalipsis mismo. Para muchos venezolanos, en efecto, ha sido el final de sus días.

Eso causa mucho dolor.

Jamás pensé que amaría a la energía eléctrica. Para los venezolanos, hasta lo más básico es una incertidumbre.